27 de septiembre de 2007 18:57

Anónimo dijo...
EX ABSURDO

Sin conocer la profesión de los padres de Madeleine empecé a seguir el caso superficialmente. Tenía teorías, confirmadas razonablemente por los hechos, que no cuadraban hasta que supe que eran médicos.

En esta teoría, un matrimonio británico, que se siente en Portugal como en colonias, podría haber hecho todo lo posible para salvarse de la cárcel de un país que consideran subdesarroyado, de la pérdida de su prestigio y de sus hijos por un homicidio involuntario, pero tendría reparos al tratar con un cadaver que es el de su hija.

Médicos, sin embargo, entenderían que es un cuerpo sin vida, una cáscara, que ya no es Maddie y que no está mal hacer desaparecer material orgánico.

En esta teoría, antes de que se supiera del vacío de horas en las que nadie vio a Maddie antes de desaparecer fuera de los padres, la niña no puede ser secuestrada porque ya no está en la habitación. No puede haber secuestrador, porque no ha sido secuestrada la tarde en la que se construye una coartada alrededor de un homicidio involuntario, sea el de una niña sedada que tropieza con un mueble, sea una bofetada desgraciada.

Esa noche se escenifica -cómplices o no, pero actores invitados el grupo de amigos médicos- el descubrimiento de la desaparición de la habitación, cuando lo que ha tenido lugar es un homicidio. Nadie ha podido ser testigo de un secuestro, pues no ha tenido lugar.

El mayor enemigo de los McCann es su implacable lógica intelectual, que está en contra de la lógica del corazón de unos sentimientos paternos.Así, Praia da Luz es un lugar que no tiene nada de peligroso, ciertamente, por ello, se pueden dejar tres criaturas solas (o dos) pues Madeleine ya no está en la habitación la noche de la desaparición. Kate, en teoría, tras descubrir que no está Maddie, regresa sin sus otros dos hijos al bar Tapas. Desde la lógica, no hay nada incorrecto ¿qué puede pasarle a los pequeños? A Maddie, lo que le haya pasado está en el entorno de responsabilidad de sus propios padres y no de extraños secuestradores.

La lógica del corazón de una madre está en regresar con los hermanos, temiendo no vayan también a secuestrarlos, si es lo que piensan tan fehacientemente puede haber ocurrido.Otra cuestión de lógica: si hay dudas, hay que esperar al menos a llamar a los medios, no esté jugando en un columpio. Pero la lógica intelectual es aplastante, los padres saben que no va a aparecer, cuanto antes se monte el operativo mediático, mejor, lógicamente. Luego se llamará a la policía, cuando la opinión esté creada.

En nuestra teoría hay alguien más, un pariente, un primo, un colega, alguien cercano, un cómplice que se hace cargo de las primeras horas, y que, precisamente al mes de la desaparición de Maddie, cuando todos los medios publican un caso en el que se ven retratados los McCann: muere la niña de dos años cuyo padre, un «broker» en Londres, fue detenido por romperle el cráneo 6-6-2007. Una brillante carrera tirada por la borda.

Así, al mes, el cómplice de los McCann, no aguanta la presión, se rompe por la noticia y devuelve los despojos de Maddie. Los McCann tendrán que ocuparse directamente. De ahí los restos de fluidos que se encuentran en su vehículo, al mes.

El secreto es conocido pues, por al menos tres. Solo podrá ser mantenido si dos mueren, como dice el adagio.

La policía que ha recopilado suficientes pruebas del homicidio, debería jugar la carta de seguir dando palos de ciego, fingir que no sabe que está muerta Maddie. La presión no debe estar estableciéndose sobre los padres. Hay un tercero (familiar): sin un tercero no se puede explicar la logística de un homicidio y desaparición del cadaver.La lógica del dinero hará que todos se suban al carro de la inocencia de los McCann. La lógica del corazón, ya sabe la verdad. Todos las acciones tienen una lógica aplastante, insultante; esa lógica apunta a la culpabilidad, extremadamente coherente desde el punto de vista intelectual.

Pero, una madre no hubiera jamás dejado a sus hijos pequeños solos tras asegurar que habían secuestrado a su hija.

Diego A.A.

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